El administrador apostólico de la diócesis de San Rafael, monseñor Carlos María Domínguez OAR, presidió el Sábado Santo la Vigilia Pascual en la catedral San Rafael Arcángel.
En su homilía, se refirió a las mujeres que van hasta el sepulcro: “Es el amor el que movía a estas mujeres para seguir permaneciendo con Jesús un rato más, en esta devoción piadosa que tenían los judíos de ungir a los muertos”.
Y recordando que al llegar al lugar la piedra estaba removida, señaló: “Nuestra esperanza es la resurrección de Jesús. Pero muchas veces esa esperanza, nuestra esperanza, se estrella con muchas piedras, porque no sabemos removerlas. La Pascua es la fiesta de la remoción de las piedras. Dios quita la piedra, quita nuestras piedras y hace que otra vez nazca la esperanza”.
“En la decepción, en la frustración, no está Dios. No busquen entre los muertos al que está vivo. Dios está en la novedad. Dios está en esa piedra corrida que es esperanza. Dios vuelve a nacer en el corazón de cada uno de nosotros, en el tuyo y en el mío. Esa esperanza de que, aunque haya piedras, está el Señor que nos da la gracia para sortearlas”.
“Pascua es vida nueva y Dios, resucitando a su Hijo, destruyó, aniquiló la piedra del pecado. Abrirse a la novedad de Dios es hacer Pascua en nuestro corazón y es hacer que la Pascua traspase toda nuestra vida. Porque este grito de esperanza que surge hoy de un sepulcro vacío es un grito fuerte, sorprendente e infalible del amor de Dios”.
En ese sentido, llamó a hacer memoria del primer amor: “Allí donde Jesús amó a los primeros apóstoles, es allí donde nos amó a nosotros. Es la experiencia donde hemos tenido encuentro con el amor de Dios, con su misericordia, con un Cristo vivo, auténtico y resucitado. Eso es volver a Galilea, eso es recordar, es volver a pasar por el corazón el primer amor”.
“Si en Pascua no hacemos memoria de nuestro primer amor, Jesús será un personaje del pasado. Pero la fe pascual consiste precisamente en hacer viva la memoria del primer amor, el de Jesús”.
“Hoy a nosotros, hermanos, con este grito de la resurrección, también se nos llama a hacer viva nuestra fe pascual. Es el centro de nuestra fe”, insistió el prelado.
“No te quedes estancado en el cementerio de tus complejos, de tus pecados, de tus miserias, de tus límites, de tus malas experiencias. Allí no está Dios. No busques entre los muertos al que está vivo. Búscalo en aquella persona que se entrega por el Evangelio, en aquella persona que te consuela. Búscalo en tu amigo, en tu hermano, en tu familia. Búscalo allí porque él está vivo. Búscalo en el niño que se sonríe, en el joven que abraza su proyecto de vida. En el matrimonio que persevera en su amor. Búscalo en la Iglesia, porque acá tenemos la obligación de hacer viva la fe pascual”.
“No busques en tus problemas, entre los muertos, al que está vivo, porque Dios ya asumió tus problemas y los resucitó, les dio nueva vida. Hoy estrenamos vida nueva en Jesús. Si celebramos Pascua, algo en nuestra vida tiene que cambiar. Algo en el mundo tiene que cambiar. No podemos seguir igual porque Cristo resucitó. La piedra ha sido corrida, la tumba está vacía y esa es la noticia más importante. Hoy, como las mujeres, salgamos corriendo de acá. Esperen que termine la misa y vayamos como ellas a ser mensajeros de esta Pascua de Resurrección”.