La realidad juvenil en América después de la pandemia

La realidad juvenil en América después de la pandemia

La realidad juvenil en América después de la pandemia

“Mi mayor sueño es terminar mis estudios y tener una carrera en Ingeniería en sistemas para poder superarme a mí mismo y crecer como persona”, menciona Jesús Gerardo, cuando le preguntan dónde se ve dentro de unos años. Él tiene 15 años y, actualmente, estudia la secundaria de “segunda oportunidad” en el proyecto “Vamos por ellas y ellos”, implementado por los salesianos en Ciudad Juárez, México. 

Como él, miles de adolescentes y jóvenes de América en situación de vulnerabilidad buscan alcanzar sus metas a pesar de las condiciones adversas que enfrentan diariamente. ¿Es posible que logren cumplir sus sueños frente a la realidad socioeconómica de sus contextos?

Según datos proporcionados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en América Latina y el Caribe los altos niveles de violencia y desigualdad social dificultan el acceso a oportunidades educativas y laborales dignas para la juventud, especialmente para quienes viven en situaciones de pobreza y ruralidad. 

En América sólo seis de cada diez estudiantes que ingresan a la escuela secundaria, terminan; y de ellos, solo uno logra continuar con la educación superior o ingresar en un empleo formal. Además, casi la mitad de las víctimas de homicidio son jóvenes de entre 15 y 29, y cada año, alrededor de 1,5 millones de mujeres de 15 a 19 años se convierten en madres.

La pandemia en América

Entre el 2020 y el 2021, las condiciones de desigualdad se acrecentaron a raíz de la pandemia: aumentó el número de horas que las niñas de 15 a 17 años dedicaban a actividades domésticas, y el número de horas que la niñez, adolescencia y juventud dedicó al estudio y a las actividades académicas se redujo drásticamente. Se estima que 3,5 millones de estudiantes han quedado fuera de la escuela. 

Sin dudas, la implementación inesperada de la educación virtual aumentó los niveles de desigualdad. Esta situación pone en evidencia la precaria condición educativa que “además de vacíos académicos, ha generado un impacto negativo en el aprendizaje: frenó el desarrollo de destrezas motoras y cognitivas, generó retrocesos en los hábitos de estudio y afectó el desarrollo de habilidades socioemocionales, las cuales se adquieren en el entorno educativo, es decir, en la convivencia con los otros”, afirma Martina Zurita, psicóloga del Proyecto Salesiano Ecuador.

A raíz de la pandemia aumentó el tiempo que niñas y jóvenes dedican a las actividades domésticas, y se redujeron drásticamente las horas dedicadas al estudio y a las actividades académicas.

En cuanto al empleo, en el 2020, los y las jóvenes de América, de entre 15 y 24 años, registraron la mayor tasa de transición de la ocupación formal hacia la informalidad. Para el 2021, la tasa de desempleo juvenil en la región alcanzó, en el primer trimestre, un 24%, el nivel más alto desde que se tiene registro. Asimismo, la juventud en edad de trabajar presentó, del 2019 al 2020, un aumento de inactividad —ni estudian, ni trabajan— y una disminución de acceso a un empleo con salario fijo, principalmente, en los tres estratos económicos más bajos.

El salesiano Alex Figueroa, referente de obras sociales de la inspectoría de Centroamérica, explica que “la pérdida de empleo y las dificultades para acceder al mismo aún se mantienen en el 2022, ya que muchas empresas cerraron operaciones y esto ha provocado un crecimiento de la informalidad. (…) La delincuencia ha crecido y el narcotráfico, como modo de vida y acceso fácil a recursos económicos, también ha incrementado”.

Reconstruir la educación

El BID, en un informe del 2022 titulado “¿Cómo reconstruir la educación post pandemia?”, menciona que es necesario que los países implementen medidas inmediatas, sustanciales y eficaces frente al gran número de jóvenes que se han visto privados de educación y expuestos a mayores niveles de inseguridad social, sanitaria, económica, violencia doméstica y abusos. 

Miles de adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad de América buscan alcanzar sus metas a pesar de las condiciones adversas que enfrentan diariamente.

El mismo informe sugiere poner en marcha sistemas de identificación rápida para estudiantes en riesgo, apoyo académico suplementario, intervenciones para prevenir el abandono escolar y promover la reincorporación a la educación. Además, resalta la importancia de equipar a los jóvenes con las competencias de ciudadanía global y el bienestar mental que necesitan para sobresalir en la escuela, en el trabajo y en la vida.

En este sentido, los salesianos en América brindan atención integral a las diversas necesidades que presenta la niñez, adolescencia y juventud, a través de las obras y servicios sociales. Ranneyris es una joven inmigrante venezolana que llegó hace nueve meses a Bogotá y participa del programa “Cajov” del Centro Juan Bosco Obrero, donde recibe educación técnico laboral, alimentación y asistencia psicosocial.Estoy muy agradecida porque abrieron sus brazos para mí, para mi hermana y para mi familia, y eso es algo que siempre voy a tener en mi corazón. Más adelante, si llego a ser una gran profesional, que con el favor de Dios será así, no me olvidaré del centro ni de las personas que tanto me ayudaron, comenta la joven, que sueña con ser psicóloga o comunicadora algún día.

Por Red América Social Salesiana
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