“La red social es complementaria, pero no sustituta, de un encuentro en persona que se hace vivo a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada y el aliento del otro”. Así lo especifica el documento "Hacia una presencia plena", publicado hoy por el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. Su objetivo es promover una reflexión común sobre la implicación de los cristianos con los medios sociales, que cada vez forman más parte de la vida de las personas. Inspirado en la parábola del buen samaritano, pretende iniciar una reflexión compartida para promover una cultura del "amor al prójimo" también en la esfera digital.
“Si una familia usa la web para estar más conectada, para luego reunirse en la mesa y mirarse a los ojos, entonces es un recurso. Si una comunidad eclesial coordina su actividad a través de la web, para luego celebrar juntos la Eucaristía, entonces es un recurso”, se lee en el texto sobre la participación en la misa “online”.
“La Iglesia misma es una red tejida por la comunión eucarística, donde la unión no se basa en el 'me gusta', sino en la verdad, en el 'amén', con el que todos se adhieren al Cuerpo de Cristo, acogiendo a los demás”, indica el documento publicado hoy.
“Antes que nada, debemos recordar que todo lo que compartimos en nuestras publicaciones, comentarios y me gusta, a través de palabras habladas o escritas, con películas o imágenes animadas, debe estar en línea con el estilo que aprendemos de Cristo”. En esta perspectiva, “cómo decimos algo es tan importante como lo que decimos. La creatividad se trata de asegurarse de que el cómo coincida con el qué.
Para comunicar la verdad, primero debemos asegurarnos de que estamos transmitiendo información veraz; no solo en la creación de contenido, sino también en compartirlo. Tenemos que asegurarnos de que somos una fuente confiable. Para comunicar bondad necesitamos contenidos de calidad, un mensaje orientado a ayudar, no a dañar, a promover la acción positiva, a no perder el tiempo en discusiones sin sentido.
Un estilo distintivo
La revolución digital creó oportunidades, pero también plantea retos. El documento señala varias trampas que hay que evitar al recorrer las “autopistas digitales”. Desde la reducción de los usuarios individuales a consumidores y mercancías, hasta la creación de "espacios individualistas" que se dirigen a personas de ideas afines o fomentan comportamientos extremos, el viaje por el entorno en línea es uno en el que muchos se han visto marginados y perjudicados. Para los cristianos, esto plantea la siguiente pregunta: ¿cómo podemos hacer del ecosistema digital un lugar de intercambio, colaboración y pertenencia, basado en la confianza mutua?
Podemos empezar a reconocer a nuestro prójimo digital, dándonos cuenta de que su sufrimiento nos afecta. Nuestro objetivo es construir no solo “conexiones”, sino encuentros que se conviertan en relaciones reales y fortalezcan las comunidades locales.
Los cristianos aportan a las redes sociales un "estilo" distintivo, un estilo de compartir que tiene su origen en Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros con sus palabras, sus obras, su alma y su cuerpo. Él nos enseñó que la verdad se revela en la comunión y que la comunicación también brota de la comunión, es decir, del amor. La presencia de los cristianos en los medios digitales debe reflejar este estilo, para comunicar información veraz de forma creativa, de un modo que brote de la amistad y construya comunidad.
Esta presencia de los cristianos en los medios sociales también llevará la marca del testimonio. Los cristianos no están ahí para vender un producto o hacer proselitismo, sino para dar testimonio.