La Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) desde 1914. Siempre ha sido una ocasión para expresar su preocupación por las diferentes categorías de personas vulnerables que se desplazan; para rezar por ellas mientras afrontan numerosos desafíos; y para sensibilizar sobre las circunstancias que se producen durante las migraciones.
Cada año, la Jornada se celebra el último domingo de septiembre. En 2023, se llevará a cabo el 24 de septiembre. El tema elegido por el Santo Padre para este año es: “Libres de elegir si migrar o quedarse”.
En mayo, la Santa Sede publicó el mensaje para la Jornada, en el que el Papa Francisco explicó que el tema elegido fue el título de una iniciativa solidaria, impulsada hace algunos años por la Conferencia Episcopal Italiana, como respuesta concreta a los desafíos de las migraciones actuales. “Escuchando regularmente a las Iglesias particulares –escribió el pontífice-, pude comprobar que la garantía de tal libertad es una preocupación pastoral difusa y compartida”.
Luego, recordó que “la huida de la Sagrada Familia a Egipto no fue fruto de una libre elección, como no lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel. El acto de migrar debería ser siempre una elección libre, pero en realidad, aún hoy, en muchos casos no lo es". "Los conflictos, los desastres naturales o, simplemente, la imposibilidad de llevar una vida digna y próspera en su patria obligan a salir de allí a millones de personas”, agregó.
Continuando con su mensaje, reflexionó acerca de que “los migrantes huyen por la pobreza, el miedo, la desesperación. Para eliminar estas causas y así poner fin a las migraciones forzadas, es necesario el compromiso común de todos, de cada uno según sus propias responsabilidades; según este compromiso, que empieza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer”, prosigue el Papa, “debemos hacer todo lo posible para detener la carrera armamentista, el colonialismo económico, el saqueo de los recursos de otros pueblos, la devastación de nuestra casa común”.
“Para hacer de la migración una opción verdaderamente libre -afirma Francisco-, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación igualitaria en el bien común, el respeto a los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Solo así será posible ofrecer a todos la oportunidad de vivir con dignidad y de realizarse personalmente y en familia”.