El obispo de Orán, monseñor Luis Antonio Scozzina OFM, envió a la comunidad diocesana su mensaje de Cuaresma en este miércoles de Ceniza.
“Transfórmense interiormente renovando su mentalidad para que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios”, fue la cita de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos que tomó el prelado para su iniciar su carta, en la que señala que esta exhortación “es un llamado que el Señor hace a todos los cristianos y adquiere especial significación en el tiempo cuaresmal”.
Citando el mensaje de Cuaresma del papa Francisco, dice que ayunar “significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones -verdaderas o falsas- y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo”, y anima a “dejarnos transformar” para “asumir nuestra humanidad frágil y herida; contaminada por los criterios consumistas y por una mirada deshumanizada e indiferente ante el hermano excluido y caído a orillas del camino”.
“La conversión, como don de la misericordia que se actualiza en la celebración del Misterio pascual de cada año, debe alentar nuestra confianza y nuestra esperanza”, señala monseñor Scozzina, y define que “discernir la voluntad de Dios es abrirnos a las interpelaciones que brotan de una multitud de hermanos y hermanas que han quedado a la orilla del camino, sin posibilidades de acceso a una vida digna. La caridad es don que da sentido a nuestra vida y nos permite que reconozcamos al otro como miembro de nuestra familia, de nuestra comunidad”.
“Que la Cuaresma -anhela el prelado- sea para nuestra Iglesia diocesana un tiempo de experimentar la cercanía de Jesús que camina con nosotros mostrándonos tantos signos de misericordia y de ternura”, y haciendo referencia al 60 aniversario de la diócesis, invita a renovar “nuestra vocación de ser pueblo fiel de Dios, caminando juntos, sirviendo como discípulos misioneros en salida”.
El obispo de Orán anima, en el tiempo de Cuaresma, a “buscar la oveja perdida”, es decir, “ir al encuentro del otro, para que reconociéndolo en su dignidad pueda vivir una vida digna y más humana. Es salir al encuentro de los rostros que han perdido el sentido de sus vidas, que viven agobiados por el sufrimiento y la angustia. Es también, defender y proteger la vida de la mujer maltratada y el derecho a la vida que tiene todo no nacido. Cuidar y respetar toda vida como derecho humano fundamental”.
Invocando a San José, llama a “cuidar el misterio de la voluntad de Dios en cada hermano, en cada comunidad”, y convoca a la Iglesia diocesana a descubrir “que sólo la acogida cordial del misterio de Dios en nuestras vidas puede darnos la gracia de la reconciliación”.
Finalmente, monseñor Scozzina alienta a “transitar este tiempo con la esperanza de un mundo más humano y más fraterno, con la protección de San José y la Virgen de la Esperanza".