Con una misa presidida por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, en la iglesia San Francisco, contigua al convento donde vivió fray Esquiú, en la capital catamarqueña, la familia franciscana dio gracias a Dios por este nuevo beato.
Antes de comenzar la celebración eucarística, fray Pablo Reartes OFM recordó la biografía con hincapié en las virtudes de fray Esquiú, destacando especialmente su humildad, que lo hizo renunciar a todo signo de grandeza que le fue otorgado en vida, virtud que sin embargo, hoy lo engrandece en los altares.
El prelado se refirió luego a las distintas virtudes y a la gran capacidad de fray Esquiú, que fue un estudioso, un gran profesor, un escritor y orador ejemplar. "Uno se pregunta cómo conjugaba todo eso con la humildad que lo caracterizó siempre, ¿qué lo movía para ser tan grande, siendo tan humilde?".
También se refirió a su desempeño en torno a la constitución nacional, tan sobresaliente para ese momento de la patria, que hizo que su figura sea altamente valorada por el gobierno nacional. En su discurso, recordó monseñor Cargnello, había "un amor a la patria que nace del amor a dios. Los hombres humildes son grandes, son libres", afirmó y añadió: "Esquiú era un hombre grande porque era libre, y era libre porque estaba por encima de las -al fin y al cabo- siempre pequeñeces humanas".
"Únanse, dijo Esquiú -en un lenguaje más elegante-. Basta de que Argentina siga herida por tantos muertos y enfrentamientos. Necesitamos futuro, y no hay fururo sin ley. Sin ley no hay patria, no hay futuro, no hay vida. No tengan miedo los cristianos de obedecer", recordó el arzobispo.
"Mamerto ha sido un hombre de Dios, y lo veía en el rostro de Cristo, por eso quería entrar en el misterio cuando estuvo ese año en Tierra Santa. Pero lo vivió siempre, lo vivía en la oración y lo vivió intensamente". Ese vínculo con Dios, afirmó, "lo hizo amigo del Señor, y eso trasciende la vida de las personas".
En los dos años que estuvo en Córdoba, destacó monseñor Cargnello, "los pobres sabían que allí tenían su casa, él les daba todo, incluso a veces privándose él. De tal manera que cuentan que en una oportunidad alguien fue a buscarlo y preguntó dónde vivía el obispo. Y le dijeron: 'Vaya por esa calle, donde vea que entran los pobres, esa es la casa del obispo'. Ese es Esquiú. Es nuestro. Es argentino. Y ese hombre amó tanto a la Patria, se desbordaba su corazón al hablar de la Patria, y la quería unida, respetuosa de la ley, respetuosa de las personas".
"En un momento difícil como el que nos toca vivir, no sólo por la pandemia, uno le puede preguntar al Señor, por dónde va la cosa, cómo lo enfrentamos". Y citando al profeta Isaías, expresó: "'Digan a los que están desalentados, sean fuertes, no teman, ahí está su Dios'. Eso es lo que nos dice la persona de Esquiú. Al mirarlo, uno puede decir: ahí está Dios, en ese estilo de vida, en esa capacidad de amar. En esa entrega a la voluntad de Dios. Demos gracias a Dios porque sigue hablando Esquiú en el 2021".
Monseñor Cargnello, acompañado por los demás obispos, se dirigieron hacia un costado del templo para bendecir el altar y entronizaron allí la imagen del beato Esquiú.
Finalizada la Eucaristía, los celebrantes se dirigieron al convento franciscano para visitar la celda de fray Esquiú.